miércoles, 16 de julio de 2008

El Crepúsculo de los Ídolos (*)


Con motivo de celebrarse hoy jueves 17 de julio en todo el territorio nacional el Día del Futbolista ( por conmemorarse un nuevo aniversario del nacimiento de Hernando Jimenez, capitán de la selección nacional subcampeona del mundo en Uruguay 1930) Abigail Sánchez y Sánchez nos vislumbra con esta semblanza de uno de los últimos ídolos locales.

(*) Por Abigail Sánchez y Sánchez

Jugó, venció. Meó, perdió.
La muestra tomada el 29 de junio en el frasco 3023, faja A-013063, dio positivo y todo se derrumbó. Hubo estupor y escándalo. Los truenos de la condenación moral ensordecieron al mundillo deportivo entero.

Marcelo Julio Mosset nació en la ciudad de Santa Fe en el año 1981. Hijo del prestigioso jurista Jorge Mosset Iturraspe y de una poeta galesa, el pequeño “Tato” no dudó desde niño en contrariar los designios de su padre para conquistar el mundo de la redonda apoyándose en una pegada magistral.
Durante su brillante carrera profesional, el defensor paseó su fútbol por ligas europeas y americanas, para volver hace algunos meses a calzarse nuevamente la rojiblanca erigido como baluarte tatengue. Para concretar el recurrente sueño del regreso triunfal, el jugador no vaciló en rechazar el ofrecimiento que le realizó Ulises Ibagaza para sumarlo al Azz Therionns de la liga saudí. Los petrodólares que tentaron su zurda no alcanzaron para separarlo del club de sus amores.
Pero, evidentemente, el placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos.

El desprecio de los intelectuales por este deporte se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. El razonamiento se vuelve matemático: poseída por el fútbol la plebe piensa con los pies, y en ese goce subalterno se realiza. Pan y circo, circo sin pan.
Ya en 1880, Rudyard Kipling se burlaba del fútbol y de «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan». Un siglo después Jorge Luis Borges era más sutil, dictando una conferencia sobre la inmortalidad en el preciso instante en que la Selección Argentina desfloraba su vergonzosa performance en el-mundial-del-setentayocho.
Nuestro barbado ídolo, en este caso, volverá a transgredirlo todo.
Animado lector de la obra del marxista italiano Antonio Gramsci (que elogió «este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre») Mosset no vaciló en contrariar una y otra vez al establishment de turno, y en escandalizar con sus desaires a la mediocridad periodística cada vez que lo creyó conveniente.
Ferviente admirador de “Quebracho” Gamarra, aquel rústico defensor guaraní que se calzó la rojinegra en los ochenta para desaparecer misteriosamente un día ayudado por el interno 16 de la Línea 4 (Guadalupe-Centenario) perseguido por los matones del club después de trompear al por entonces presidente Ítalo Gímenez, “Tato” será recordado por las generaciones futuras como “El refinado erudito” (apodo que conjuga en dosis iguales su prestancia con el balón y su predilección por los libros)

Por todas estas contradicciones, la máquina del poder se la tenía jurada. Él le cantaba las cuarenta y eso tiene su precio. Y ese precio se cobra al contado y sin descuentos.
En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohíbe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía puede también ser eficaz…




Tengo dos problemas para jugar al fútbol:
uno es la pierna izquierda, el otro es la pierna derecha”
(Roberto Fontanarrosa)

2 comentarios:

El Autor dijo...

Así los quería! Defendiendo el sacro recinto que viera caer a Bordabere! Bien de Bienes Sras y Sres Senadores! Quien la tiene más larga? A favor de la participación definitoria del señor Cobos! que no haga la gran Chacho Alvarez el muy fracasado eh? No me decepcionen os lo suplico.
Suyo y autoconvocado, Brausen mediante....

Unknown dijo...

En varios pasajes (sobre todo cuando se hace referencia a la irreverencia contra el poder -subversivo el que no se la banca-) parecía que en lugar de hablar de la Mosset, estaba hablando del mítico voleibolista Leonardo Caudana. Recordemos que en el tramo final de su carrera este hombre dio la espalda al estrellato, a la fama y al poder que lo ofrecieron las familias del establishment formoseño. Claro, no sólo su juego era sublime, exquisito, polifuncional, sino que su blonda melena generaba deslumbramientos constantes en cada ser humano que se lo cruzaba por la calle. “Deidad Dorada”, solían llamarlo al momento de firmar millonarios contratos.
Pero él les dio la espalda. Supo que lo suyo era la Comunicación Social y decidió marcharse. Ante la negativa constante de los directivos del club, Leonardo buscó salidas extremas para abandonar aquella cresta de ola. La vía que encontró fue tremenda: aprovechó una visita institucional a la penitenciaría, enamoró a uno de los internos y, detrás de la vacha del baño comunitario, contrajo una enfermedad venérea no terminal, pero sí degenerativa. La dirección del club no tuvo más alternativas que dejarlo ir. Ganó la partida. “Eso es tener cojones y pelear por los ideales”, sostuvo la mítica Brunella Curcio en una conferencia brindada en La Taberna un jueves a las 3:00 am.
El impacto social fue terrible. Hubo suicidios en masa, sobre todo en el sector de los hombres maduros formoseños.
Ahora vive en Santa Fe. Se hace llamar Ignatius y dedica sus días a escribir un blog excelso y a estudiar para, algún día, lograr superar la compleja cátedra de Planificación y Gestión de Medios, dictada por el Dr. H. Mentirelli, ganador del Pulitzer por la investigación “Mi perro enciende la luz”.
Las vueltas de la vida. Por cierto, a pesar de que su identidad fue modificada, y con ella sus datos personales, las antiguas biografías marcan que hoy, 17 de julio, es el aniversario de su nacimiento. ¿Nos equivocamos al felicitarlo por tan agraciado acontecimiento? ¡Feliz cumple, maestro, esté donde esté!
Rendido a sus pies y a la magia de su ocurrente pluma, me despido con el afecto incondicional,

[elbobsessive]